Solo te, gracias

"Habia varias tavernas en Athion, pero de todas ellas Revee gustaba de visitar especialmente la Taberna del Gallo sonambulo, con su caracteristico gallo carmesi en el cartel exterior. Que por que? Bueno, era un lugar mas o menos tranquilo. Una vez le habia oido decir a la sargento Mica que solo 3 de cada 11 peleas de taberna tenian lugar en el Gallo Sonambulo. Claro que parece ser que las otras 7 correspondian al Guantelete y la que quedaba se la rifaban el resto de las tabernas de la ciudad, mas impopulares o menos conflictivas. Sea como fuere entro en aquel local, educado hasta para tener una puerta con cristalera y campanillas colgando sobre ella, de tal forma que era casi imposible escapar de un caracteristico y perforante "titilin" cada vez que alguien entraba y salia del local.

La mesa de siempre, en la esquina mas alejada de la puerta, al lado de la ventana, en asientos algo anchos, tapizados en cuero marron y con el rspaldo ligeramente inclinado hacia atras. Extrae del bolsillo interno de su chaqueta vieja de cuero marron oscuro, algo desgastada por el tiempo y el uso, un cigarrillo de hojas de te, que se lleva a los labios, pero sin encenderlo aun. Posa las manos sobre la mesa de algun tipo de madera mas bien oscura, llena de marcas de vasos que se han arrastrado, o de platos que han golpeado, o de cubiertos utilizados indevidamente. Comienza a mirar el exterior por la ventana, distraido. Se le acerca la camarera y le sonrie amable. Sin darse la vuelta el joven alquimista pide un te de melocoton. Mira a su alrededor y puede observar que hay pocos clientes. Se oye el ruido de una tetera al fuego, que poco a poco comienza a entrar en ebullicion. La camarera regresa con el te y Revee puede notar entonces que es bastante joven y hermosa y, sobre todo, rubia. deja su cigarrilllo intacto sobre el borde dle cenicero y comienza a beber a sorvitos su te, que tiene un sabor bastante dulce..."

Una cabeza de pelo negro asoma repentinamente por el borde de la mesa, contemplando el cenicero con expectante interés. Permanece así durante casi tres minutos y luego se pone de pie de un salto.

- ¡Un cigarrillo! ¡Un cigarrillo de té! ¡Está usted contaminando sus pulmones y poniendo en peligro la salud pública, míster! -grita, de forma que todo el local le oye- ¡Y está bebiendo teína! ¡A este ritmo le diagnostico cuatro enfermedades mortales incurables antes de los cincuenta y ocho años! Aunque es muy improbable que llegue a vivir cincuenta y ocho años, porque la insalubridad de nuestras cañerías de cobre hace caer nuestra esperanza de vida en picado...

De pronto se calma y se deja caer sobre uno de los asientos.

- Madam, un zumo de manzana -pide a la camarera levantando la mano- . Tengo que discutir con mi nuevo amigo... ¿cómo se llamaba usted?

"El rostro de Revee seguia apuntando a la ventana y a su tranquilo exterio, pintado de un cierto tono naranjo, como amenazando con atardecer incluso si el resto de la humanidad no queria. Pero sus ojos ahora estaban bastante fijos en aquella cabecita de pelo revuelto que espiaba sus acciones. Tenia cierta diversion la escena, pues calculaba que tendrian aproximadamente edades similares, pero su actitud tenia una energia poco usual. Le recordaba a alguien, por supuesto, pero aun no comentaba nada. Solo observaba. De pronto...


¿?: - ¡Un cigarrillo! ¡Un cigarrillo de té! ¡Está usted contaminando sus pulmones y poniendo en peligro la salud pública, míster!

Su tono era elevado, pero igual Revee no desvie la mirada mas que para contemplar su propio cigarrillo...

¿?: - ¡Y está bebiendo teína! ¡A este ritmo le diagnostico cuatro enfermedades mortales incurables antes de los cincuenta y ocho años! Aunque es muy improbable que llegue a vivir cincuenta y ocho años, porque la insalubridad de nuestras cañerías de cobre hace caer nuestra esperanza de vida en picado...

Observo su taza humeante de te. De nuevo contemplo el cigarrillo y al hombrecillo en su entusiasta labor medica. Pero, y no sin cierta malicia, le dio un sorbo a su te y se llevo el cigarrillo a los labios, sin aspirar el humo, pero dejandolo humear alli. Observo como la rubia camarera se movia agil detras de la barra para anteder a la peticion del jovencito. En cierto sentido, si ella venia aqui a servir el zumo de manzana, contraeria una deuda con el chicco ahora sentado frente a el, asi que se decidio a entablar conversacion con el:

-Me llamo Revee, jovencito -dijo en tono mas o menos cordial, relajando el gestoy dando una pequeña vocanada a su cigarrillo, dejando escapar lentamente el humo a un lado de la mesa- Revee Ulric. -sonrio y apago lentamente el cigarrillo, moviendolo como una perforadora con suavidad entre sus dedos, hasta que dejo de humear, pese a no haberlo terminado- Te agradezco mucho tu preocupacion -prosiguio- Pero has de saber que el zumo de manzana contiene uan cieta cantidad de acidez que, eventualemnte, podria darte problemas de estomago. por otra parte esta lleno de vitaminas, de la misma forma que el te esta lleno de antioxidantes, por lo que creo que estaremos de acuerdo en ingerir sustnacias toxicas para nuestro organismo bajo nuestra propia responsabilidad.... -sonrio con cierta amabilidad neutra, como quien cierra un acuerdo comercial.

Llego la chica de la taberna, y Revee desvio un poco la mirada, pues (probablemente) la encontraba muy bonita y no queria que lo notase. Ella dejo la jarra con zumo de manzana con una sonrisa y se alejo discretamente. El alquimista volvio a mirar a su interlocutor, tomando su taza con te y alzandola levemente:

-A tu salud, joven! -dio un sorbo a su te y lo volvio a posar sobre la mesa- Pero ahora, si me lo permites, dejame oir de ti. Cual es tu nombre? Y porque tanto interes en el consumo del te? Y que dices que sucede con las cañerias de cobre? -pregunto, lanzandole una mirada intensa, quizas su forma de demostrar interes en el"

- Pero has de saber que el zumo de manzana contiene uan cieta cantidad de acidez que, eventualemnte, podria darte problemas de estomago. por otra parte esta lleno de vitaminas, de la misma forma que el te esta lleno de antioxidantes, por lo que creo que estaremos de acuerdo en ingerir sustnacias toxicas para nuestro organismo bajo nuestra propia responsabilidad....

- Según mis investigaciones sobre adicción prolongada y efectos a largo plazo -saltó el galeno sacando unos papeles de su chaqueta y consultándolos hiperactivamente- , ¡los efectos dañinos del zumo de manzana comparados con los del té son casi irrisorios! Esa es la típica excusa del que no quiere admitir que se está dopando innecesariamente...

Entonces llegó la camarera con el zumo, y el médico se hizo tal lío intentando apartar los papeles de la mesa para que no se mancharan que pareció olvidar todo lo que estaban hablando.

- Pero ahora, si me lo permites, dejame oir de ti. Cual es tu nombre? Y porque tanto interes en el consumo del te? Y que dices que sucede con las cañerias de cobre?

- Ehmm... -el chico lanzó una mirada de "¿quién me está hablando?" a su interlocutor, antes de volver al mundo real- Ah... Soy Denne. Denne Anbrûn. No me interesa el consumo de té, pero ¡las cañerías! -de pronto volvió a animarse- ¡Esa animalada de cañerías! ¡Dicen que son de cobre pero también llevan plomo! ¡Moriremos todos por envenenamiento si esto sigue así! -y pegó un puñetazo a la mesa, haciéndose daño en los nudillos y derramando la mitad del zumo.

"Denne: - Ah... Soy Denne. Denne Anbrûn. No me interesa el consumo de té, pero ¡las cañerías! -Revee no pudo evitar pensar que pasaria si en vez de te hubiese estando tomando una cerveza, como la gente normal- ¡Esa animalada de cañerías! ¡Dicen que son de cobre pero también llevan plomo! ¡Moriremos todos por envenenamiento si esto sigue así!

El chico dio un golpe sobre la mesa que le llevo a derramar gran parte de su zumo, y el te de Revee si este no lo hubiese levantado a tiempo de la mesa. Con todo el alquimista dio un sorbo a la taza, calmado, y la poso de nuevo sobre la mesa. Extendio de nuevo sobre el liquido derramado y, con un movimiento tan leve que solo parecia haber tensado un poco la mano, el liquido se volvio solido y algo alargado, de tal forma que pudo ser recogido y depositado sobre el platillo que habian entrregado a Revee con el te. Le extendio el platito a Dene, cuyo contenido comenzaba a descongelarse levemente.

-Mmmmm.. -Revee gruñio un poco pensativo- Y no podria suceder que eventualmente la gente muriese tambien por el contenido de cobre al ser alergica a este? -observo con calma, reflexivo. No sabia mucho de medicina, pero algo habia oido de tanto colocar tiritas- De todas formas las cañerias son de cobre y plomo por algun tipo de motivo, no? Nadie ee o deberia ser tan necio como para olocar cosas tan delicadas sin conocimiento previo...

Casi atraveso a quel cabeza despeinada con la mirada. Esperaba una respuesta satisfactoria, muy satisfactoria, pues parecia que debajo de tanto pelo revuelto y tanto despieste suelto habia una cabecita que, al menos de tanto en tanto, pensaba"

- Uhmm... gracias -dijo Denne, cogiendo el platito- . ¿Alergia al cobre? ¿Eso existe? ¡Debo investigarlo inmediatamente! Y las cañerías son de cobre y plomo no por ninguna razón, sino porque son materiales resistentes y la gente no sabe lo que pueden hacerles. ¡Por eso estoy intentado advertir al alcalde, pero nadie me cree en estos tiempos de avance científico descontrolado y lleno de sinrazón! Y claro, las empresas que colocan las cañerías se forran, así que no les interesa...

El galeno cogió lo poco que quedaba de su zumo en el vaso y le dio un sorbo, mientras miraba por la ventana. Dio otro sorbo, y otro más, y al cabo de unos minutos se le había acabado el zumo y parecía haber olvidado totalmente que estaba en medio de una conversación.

Denne: - ¿Alergia al cobre? ¿Eso existe? ¡Debo investigarlo inmediatamente! bounce Y las cañerías son de cobre y plomo no por ninguna razón, sino porque son materiales resistentes y la gente no sabe lo que pueden hacerles. ¡Por eso estoy intentado advertir al alcalde, pero nadie me cree en estos tiempos de avance científico descontrolado y lleno de sinrazón! Y claro, las empresas que colocan las cañerías se forran, así que no les interesa...

Revee dio un sorbo a su taza de te, ne silencio, sin decir nada. Era curioso com ambos recien conocidos se quedaron en silencio, cada cual sumido en sus propios pensamientos. De tanto en tanto se mesaba la perilla, como pensativo. Cañerias venenosas, eh?

-¿Y has consultado este asunto con algun alquimista? -pregunto Revee, aun ocn la mirada perdida por la ventana

De pronto Revee volvio a mirar a Denne, clavandole una mirada intensa:

-Segun me han comentado la gente puede desarrollar reacciones alergicas a casi cualquie cosa, y los metales no son una excepcion. De hecho se cree que solo estan a salvo de dicha reaccion metales como el oro y la plata y algunas aleaciones modernas -comento con rapidez, jugando con su cigarrillo apagado entre sus dedos y llevandolo de nuevo entre sus labios, sin encenderlo- Cambiar las cañerias, y mas aun, por materiales de esa clase, seria estupidamente caro...salvo que las cañerias no fuesen cambiadas, pero su composicion si cambiase. Y segun tengo entendido esa es la especialidad de los alquimistas. Podrias proponer en tu informe solicitar al gremmio de alquimistas un presupuesto. Algo asi como por cuantos drakens os transmutarian todas las cañerias de la ciudad a un metal no reactivo, o, en su defecto, a uno menos toxico uqe el plomo. Quizas sea caro, pero siempre es mas barato que cambiar todo el sistema de cañerias de la ciudad, no? -comento con una mirada ciertamente astuta

Entonces, sin esperar respuesta, llamo de nuevo a la camarera, que vino enseguida, secandose las manos en su delantal anaranjado. Sonrio como a punto de cometer la picardia del dia, adoptando su gesto mas encantador y se dirigio a ella:

-Disculpe, señorita, pero mi amigo y yo queremos otra ronda de lo mismo -solicito con precision- Y tambien tenemos un negocio que proponerle, señorita....?...Ajam! Pues vera, señorita Rachel, resulta que aqui mi amigo Denne, funcionario del ayuntamiento, acaba de realizar una investigacion que determina que las cañerias de nuestras ciudades no son nada saludables. De hecho, si esa en lo cierto, ahora mismo estaria enenenado a cualquierhombre, mujer o niño uqe le solitiase un simple vaso de agua. Y como pensamos que la mejor forma de denunciar este hecho y obtener uan mejora de la sanidad publica es mediante una demostracion practica, ¿nos dejaria transmutar sus cañerias del sistema de reparto de agua por unas de acero bañado en plata? Asi nosotros podremos demostrar nuestra teoria, usted podria persumir de tener el agua mas saludable de la ciudad y contactos influyentes y sus clientes gozarian de mejor salud y mejor beber...."

Denne volvió la cabeza y dirigió a Revee una mirada apática y un tanto desconcertada.

- ¿Quién es usted? -preguntó lánguidamente- ¡Oh! ¡Las cañerías! ¡Claro! -y volvió inmediatamente a la conversación- ¡Pero yo no tengo tanto dinero, y los alquimistas son unos avaros y cobran todos muy caro! Aunque claro, no tan avaros y roñosos como el Ayuntamiento, que no daría medio draken ni aunque con eso salvara de la extinción a la raza humana... ¡Pero usted es convincente! ¡Tiene que venir conmigo al Ayuntamiento y persuadir a Burges y a toda esa gente de que es absolutamente necesario hacer algo!

Escuchó atentamente (aunque cualquiera habría dicho que estaba de nuevo en las nubes) la propuesta que Revee le hacía a la camarera. Asintió un par de veces, pero luego saltó otra vez:

- ¡Pero no podemos hacer tal cosa sin antes una prueba experimental concluyente a pequeña escala de que dichas nuevas cañerías serán prácticas e inofensivas! -se inclinó sobre la mesa, muy alterado y emocionado- ¡No podemos correr el riesgo de empeorar las cañerías de una taberna tan conocida sin antes estar seguros de lo que hacemos! ¡Sería muy mala publicidad y una catástrofe para la salud pública!

El vaho producto de la respiración de la pequeña cubría el cristal de la ventana.

Katherine depositó con cuidado su muñeca sobre unas cajas al lado de la puerta del Gallo Sonámbulo y limpió el cristal con la manga de su vestido.
Al fondo, en el interior del local, se encontraban dos jóvenes, según parecía discutiendo sobre cualquier nimiedad.Pero lo que realmente le llamó la atención a la niña fue como uno de ellos ignoraba el vaso de jugo que una camarera acababa de depositar delante de él.

Ella intentó evocar sin exito el sabor de la bebida que, en ese momento, le parecía merecedora de medio mundo. Un rugido de su estómago dijo el resto.

-¿Tú también tienes hambre, Cleopatra?-preguntó levantando a su apeluchada compañera. Estaba algo manchada, y bajo la apariencia de juguete suave y mullido creada por la prestidijitación, se encontraba su tacto de papel de periódico envuelto en telas.
El silencio de la felina le pareció a Katherine lo suficientemente afirmativo como para empujar la puerta de la taberna y entrar.

Los dos caballeros parecían demasiado absortos es su conversación como para que ninguno de ellos advirtiese cómo una sombra de no más de etro y medio de altura se llevaba discretamente un vaso de zumo que tenía pinta de haber caducado hace semanas.

Aguantó unos segundos la respiración, dandose cuenta por primera vez de la acogedora temperatura del interior y del griterío que reinaba. Eso le ayudaría a ocultarse, así que, inspirando y apretando fuertemente el brazo de Cleopatra, se dirigió lo más rapido que pudo hacia la mesa en cuestión.


Acción:Acercarse sigilosamente a un zumo de naranja...¿Realmente es eso una acción?

Revee parecía absorto en sus propios asuntos, así que Denne casi había vuelto de nuevo a su propio mundo. Miraba a través de los cristales de las ventanas con expresión ida, cuando una pequeña mano asió el vaso de zumo que había frente a él en la mesa y lo deslizaba lentamente hacia el borde de esta. Todavía con la misma expresión, Denne volvió la cabeza y miró a la muchachita que había junto a él. Parpadeó un par de veces, pero era casi como si mirara a través de ella.

- Oh, disculpe, señorita -dijo con voz apática- . No me había dado cuenta de que este era su vaso -parpadeó otra vez, y esta vez frunció ligeramente el ceño: algo allí no le cuadraba del todo- ... ¡hey!

Se levantó de un salto y se volvió hacia la niña, poniéndole una mano encima de la cabeza y acercando su cara a la de ella para escudriñarla tan intensamente como pudo.

- ¡Santa Gundelminden! -exclamó finalmente- ¿Pero de dónde has salido, pequeña? ¡Esta chiquilla necesita atención sanitaria inmediatamente! -y tras decir esto en un tono de absoluto pánico comenzó a rebuscar en su enorme bolso médico apresuradamente.

"- ¡Santa Gundelminden! -exclamó finalmente- ¿Pero de dónde has salido, pequeña? ¡Esta chiquilla necesita atención sanitaria inmediatamente!"

El joven, presa del pavor, buscaba en un bolso negro que Katherine pudo reconocer como uno de aquellos en los que los milicianos guardaban mejunjes asquerosos que le dejaban o uno más muerto de lo que estaba en un principio o incluso unas agujas especiales que un loco francés había tenido la genial idea de llamar vacunas porque funcionaron con un puñado de vacas, lo que no tenía por que ocurrir con ella.

Giró la cabeza hacia la puerta, pero el escándalo organizado por la deformación profesional del miliciano que tenía en frente había ocasionado que toda la taberna estuviese pendiante de ella, neutralizando sus posibilidades de huida.

-¡Oiga, señor! ¿Qué es lo que cree que está haciendo? Haga el favor de dejar que Cleopatra y yo nos vayamos de aquí, le he salvado la vida, ese zumo estaba pasadísimo.- Aseguró fingiendo una seguridad que le asombró a ella misma.

- ¿Encima estaba pasado? ¿No te lo habrás bebido, verdad? -se escandalizó aún más Denne, muy preocupado- ¡Señorita! ¡Traiga un vaso de leche inmediatamente! -gritó señalando a Rachel, que se había acercado, al igual que el resto de la taberna, para ver qué pasaba.

Rachel arqueó una ceja, no entendiendo muy bien qué pasaba, pero fue a buscar el vaso de leche. Mientras tanto, Denne sacó de su bolsa una cantimplora con agua y unos pañuelos, cogió a la niña por un hombro y empezó a limpiarle la cara, para asegurarse de que no estaba herida.

- ¿De dónde vienes, chiquilla? -preguntó, intentando tranquilizarse un poco para no asustarla- ¿Dónde están tus padres?

Katherine se rebullía como podía para librarse del milicano, que al menos no había sacado nada metálico. Con tono apresurado y una evidente contención de nerviosismo éste formulaba preguntas que Katherine no se atrevía a responder, pero se dejó llevar por la promesa de un vaso de leche caliente y la mirada maníaca que registraba cada rasguño irrelevante de su cara, intentando contestar:

-Me llamo Katherine, vengo de un sitio que es peor que el infierno y al que me llevarán si le digo a ustéd qué sitio es ese. La segunda pregunta es más difícil todavía.-replicó con un hilo de voz, mientras las manchas de carbón se desvanecían a fuerza de paño.-¿Y quien se supone que es usted?

- Katherine -repitió Denne- . ¿Vienes de un sitio que es peor que el infierno? ¿Qué sitio es ese? -se preguntó, desconcertado- Bueno, no te preocupes, que no te llevaré allí. Yo soy Denne, Denne Anbrûn. Soy galeno, y no te voy a hacer daño, ¿de acuerdo?

Mientras decían todo eso, Rachel llegó con el vaso de leche que le habían pedido y lo dejó sobre la mesa.

- Para ti -sonrió a la chica.

- Eso, eso, siéntate y tómatelo, Katherine -dijo Denne, dejándole su asiento. La cabeza le daba vueltas mientras intentaba pensar en qué hacer a continuación con la niña; parecía una pequeña vagabunda- . Y mientras tanto, explícame eso del infierno y las preguntas difíciles...

El calor del vaso de leche llegó a los temblorosos dedos de Katherine, y ella se quedo contemplándo el reflezo de las luces sobre su superficie, sin darse cuenta, se había sentado en la silla que Denne le había ofrecido y repetía en su mente todas sus palabras creyendolas a rajatabla.

-Vengo...del orfanato Horndale, en Horndale Rise...nunca fueron muy originales con los nombres...mis padres...no están, pero tengo un montón de hermanos, todos están allí, pero ninguno quiere pasar mucho tiempo entre esas cuatro paredes...-balbuceó, demasiado confundida preguntándose porqué Denne no le había dado de patadas y cómo narices había hecho para dejar tan negro el paño que usó para limpiarle la cara, así que todavía tardó un par de segundos en darse cuenta de todo lo que estaba contando.

-Pero... ¡Pero no puede decírselo a nadie!¡Se vive cien millones ochocientasmil veces mejor en la calle que en ese sitio!-dijo Katherine, a medio camino entre la protesta y la súplica. Comprobó con nerviosismo cómo la multitud se había disuelto, de manera que sólo lo que aparentaba ser otro vagabundo tan escaso de efectivo que tenía que fumar hojas de té podría haberla oido, pero no era lo que le importaba en ese momento: Lo que ella quería era la seguridad de que el caballero que le había dado el vaso de leche no iba a delatarla.

-No se lo dirá a nadie...¿verdad?

[ì]Ay ay ay señor mío, pero cómo me he ido a meter en este lío, ¿y ahora que voy a hacer con esta chiquilla? ¿Dónde la voy a llevar? ¡Si es que encima se ha escapado de un orfanato, así que no la puedo llevar allí otra vez! ¡Y tampoco la voy a dejar en la calle! ¿¡Pero por qué me pasan a mí estas cosas!? Sería tan feliz si hubiera nacido árbol...[/i]

La mente de Denne ya empezaba a divagar otra vez, imaginándose la maravillosa tranquilidad de su hipotética vida como árbol, pero una voz suplicante lo sacó de sus ensoñaciones:

-No se lo dirá a nadie...¿verdad?

- ¿Qué? ¡Ah! -exclamó el galeno, volviendo a la realidad- No, no, tranquila, no les voy a decir nada... en todo caso le diría algo a la milicia para que investiguen ese sitio... porque lo que me estás contando huele a maltrato infantil y ¡esas cosas deberían estar perseguidas a muerte! -gritó, volviendo a su yo activista por un momento- Ejem... ¿entonces no tienes ningún sitio a donde ir?

Era el momento de pensar rápidamente, pero a Denne nunca se le había dado muy bien tener ideas geniales bajo presión más allá de las relacionadas con operaciones quirúrgicas. No podía llevar a la niña al orfanato, ni al cuartel de la guardia, porque no era una niña perdida... bueno... no del todo. ¡Ah!, pero ni siquiera tenía que pensarlo aún, porque había algo mucho más urgente: la gente que vive en la calle es propensa a pillar todo tipo de enfermedades, lo que quería decir que Katherine necesitaba inmediatamente un chequeo médico completo.

- ¿Y qué tal si me acompañas al gremio de galenos? Allí podremos asegurarnos de que no estás enferma y todo eso...

- Ejem... ¿entonces no tienes ningún sitio a donde ir?

Kathrine bajó la cabeza y dió un sorbo a la leche... hacía tiempo que no probaba nada así, y le supo tan dulce como si llevase un kilo de azúcar. Denne parecía algo desconcertado, tánto que era una estupenda oportunidad para salir corriendo leche en mano, pero el galeno le insiraba a Katherine una repentina cordialidad. Desde luego, estaba de acuerdo con su opinión sobre perseguir a las cuidadoras del orfanato y luego una parte que no oyó bien.

-¿Y qué tal si me acompañas al gremio de galenos? Allí podremos asegurarnos de que no estás enferma y todo eso...

"Y tres narices" pensó, hasta que se chocó de bruces con la imagen del joven, mirandola como si realmente quisiese cuidar de ella, cosa que nadie se había molestado en hacer hasta entonces. Terminó como pudo el vaso de leche y se levantó.

-¿No habrá agujas, ni jarabes, ni nada de eso?- preguntó, levantandose de un salto de la silla, intentando precer tan sana como le fue posible, y cediéndole algo de confianza.

Viendo de tal manera coartada su actividad médica, Denne casi se asustó. ¿Cómo podía explicarle a la niña que las inyecciones y las medicinas no eran malas?

- Humm... ¿ni agujas, ni jarabes? ¡Me lo pones muy difícil! Es que los galenos trabajamos con agujas y jarabes, y si nos los quitas ya no funcionamos bien... quiero decir, ya no sabemos qué hacer, es como si cogieras una máquina de vapor y le quitaras el vapor. Seguro que la máquina podría funcionar de alguna manera con petróleo, o con nitrógeno carbonizado, o con galletas, ¡pero como no sabe cómo hacerlo, pues no lo puede hacer! Sería una máquina inútil porque ya no podría hacer las cosas de otra manera... -protestó, pero como siempre se perdió un poco divagando y acabó diciendo las cosas al revés de como quería- ... no quiero decir que los galenos seamos inútiles. Hum, humm, te prometo que no habrá agujas ni jarabes, a no ser que sea absolutamente necesario porque estés muy enferma. -cedió- ¿Está eso bien?

-¿Está eso bien?-dijo Denne tras una indescriptible sarta de delirios que hicieron plantearse a Katherine quién necesitaba un médico urgentemente y quien no.

-Mmmm... Está pasable-respondió, recordando lo bien nutridos que estaban todos los médicos a los que más de una vez les había cogido comida prestada sin intención de devolvérsela. Mal sería que ninguno hubiese traido algún aperitivo, siendo un gremio oficial, debería estar copado de gente. Además, aquel tipo histérico y divagante le había caido bien.

Recogió a Cleopatra, que se le había caido al "aceptar" la silla que le había ofrecido y volvió a dirigirse al miliciano:

-¿Y dónde dice que está eso?¿Cómo voy a llegar?-Aceptó la niña, esforzandose por mantener un ficticio porte de salud y seguridad.

- ¡Bien! -se alegró Denne, muy aliviado. Tratar con niños se le daba realmente mal; siempre acababa haciendo lo que los niños querían en vez de al contrario- No está muy lejos, no te preocupes. La esquina de General Pensiero con la calle Magdalenas... no sé si las conoces, están allá por los suburbios... humm, yo te llevaré. No tenemos que ir muy rápido si estás cansada...

Cogió la mano de la niña, dispuesto a marcharse, pero Rachel Allen se acercó disimuladamente silbando. En un primer momento, Denne, muy desconcertado, no entendió la indirecta, pero de pronto recordó dónde estaba:

- ¡Ah! ¡Cierto! ¡Tengo que pagar! ¡Un momento! -empezó a rebuscar en su bolso hasta encontrar el monedero, que estaba enterrado bajo montones de frascos, papeles y artilugios. Incluso, ya metido en faena, se acordó de despedirse de su anterior interlocutor, Revee- ¡Adiós, caballero! Me pondré en contacto con usted por lo de las tuberías... -prometió- ¡Vámonos! -y se dirigió hacia la puerta, todavía con Katherine de la mano, no se le fuera a olvidar que iba con ella.

((Sigue aquí))