Night corría por la recepción del Gremio de Magos como si faltaran quince minutos para que el mundo acabara y aún le quedara media vida por liquidar. Llevaba cajas de un lado a otro, ordenaba ficheros, rellenaba papeles, colocaba (y descolocaba) sillas, y aprovechaba el barullo que él mismo estaba organizando para quitar de las paredes un par de cuadros que nunca le habían gustado sin que nadie se diera cuenta.
- ¡No llego, no llego! -exclamaba cada dos por tres- ¡Esto es inhumano! ¡Yo solo no puedo encargarme de todo esto!
- ¿Encargarse de qué? ¿De que el nuevo curso escolar pueda inaugurarse decentemente? -preguntó con desgana Harry, el conserje al cargo en ese momento- Todos los rectores lo hacen, y sin ningún problema, diría yo. ¡Si no dejara usted las cosas siempre para el último momento no tendría tantas prisas ahora!
- ¡Pero es que tengo que encargarme de dos escuelas! ¡De dos! ¡Y el EIC también necesita una puesta a punto para poder ponerse en marcha de nuevo! -replicó Night, quejicamente, apilando cajas de documentos para después llevarlas escaleras arriba.
- El señor Ulric también lo hace, y le va bien -apuntó Harry.
- ¿Revee? ¡Revee! ¡Revee va a organizar algo! -farfulló Night- ¡La cantidad de alcohol en la cerveza del Gallo, eso es lo que va a organizar Revee!
- ¡No se queje tanto! -dijo Harry- ¡No es como si usted diera un palo al agua en todo el año!
- ¿Lo estoy dando, no? -protestó Night, cargando más cajas- ¿Lo estoy dando o no?
- Trabaje y calle -rió el recepcionista.