Kathenine aplastaba a cleopatra contra su cuerpecillo, a fin de ocultar las dos cajas de bengalas que ocultaba detrás de ella. Corría disimuladamente, sabiendo de sobra que el encargado del puestecillo de los petardos no se daría cuenta de que le faltaban dos cajas hasta el final del día pero que aún así, le convenía ser discreta. Y nada peor para ser discreta como que un tipo vestido de morado y violeta, visiblemente desorientado y haciendo preguntas obvias.
-Perdone ,¿podria usted decirme por que se celebran estas fiestas ? ahora mismo ando un poco perdido .
-Ehh... pues porque hoy es el día que la señora Gudelmit, digo Gudelmay, digo... bueno, ¡quien fuese! Acabó con la plaga de cocodrilos egipcios y elefantes dándoles arándanos pochos, ya que su gran belleza le permitía hacerse pasar por uno de esos bicho orejudos con trompa ¿no es eso?- musitó Katherine, dirigiendo miradas furtivas al vendedor de petardos, que para tranquilidad de la chiquilla, permanecía ajeno a todo el asunto.
Sin embargo, Katherine no estaba lo suficientemente distraida como para dejar pasar una oportunidad que pudiese , si no llenar su estómago, al menos dejerlo un poco menos vacio
-Con que... anda usted un poco perdido ¿no es cierto?- el ojo visible de Kathernine brilló casi imperceptiblemente y la pequeña esbozó una amplia sonrisa comercial- ¡Pues está usted de suerte, caballero!Mi nombre es Katherine, Katherine Horndale, y soy la mejor guía turística de Athion, desde las calles más mugrientas hasta las más refinadas, y por un pequeño extra, hasta de sus alcantarillas.
Katherine terminó su discurso con una reverencia, abriendo los brazos de par en par,y ya saboreando la tableta de chocolate que pretendía financiarse a costa de aquel transeunte. Y como es obvio, en tal postura nada sujetaba ya las cajas de bengalas recién "adquiridas". El vendedor de petardos, que ya se las había visto con Katherine más de una vez, no tardó en darse cuenta.
-¡Al ladrón, al ladrón!¡Que atrapen a esa mocosa!
- Mmm... como decía, será mejor que nos demos prisa. Conozco un atajo, eh... a... ¡a todas partes!
Katherine cogió la manga del joven y tiró de ella, pensando usarle bien como aliado o bien como escudo.
- Y... ¿A dónde había dicho que quería ir?